La historia de Korinna
Madre e hija pisando uvas: una imagen de risas y diversión que ambas describen como un milagro.
En julio de 2015, Korinna tuvo un ataque cardíaco y se desplomó sobre el piso de su habitación. Cuando su madre la encontró, la joven de 20 años había estado sin oxígeno durante un período prolongado. A los paramédicos les fue difícil revivirla. Los médicos no tenían mucha esperanza en su recuperación.
Korinna pasó cuatro meses en el hospital y luego la trasladaron a un asilo. Megan, una Coordinadora de Recursos Familiares de EveryChild, la conoció allí. “Me saludó con una sonrisa enorme”, recuerda Megan. “Solo podía decir unas pocas palabras, pero participaba activamente de forma no verbal en las conversaciones; solía hacernos reír con sus muecas”.
Megan dice que Korinna dejó en claro que no quería vivir en un asilo. Era una típica joven de 21: le gustaba arreglarse las uñas, hablar de chismes con su hermana e ir de compras con amigas. Tenía una relación muy cercana con su hermana menor y su madre, y extrañaba la vida familiar que tenía antes. Empezaron a planificar el regreso al hogar.
Megan ayudó a la familia a acceder al programa de servicios domiciliarios y comunitarios, así como a otros beneficios de Medicaid, que le permitieron a Korinna regresar a su hogar. Korinna recibe cuidados de enfermería y terapias y sigue fortaleciéndose. Hay personas que la ayudan con el cuidado personal si la familia y las amistades no se encuentran disponibles. Su salud mejoró y realizó grandes avances, pero de acuerdo con lo que dice su madre, estar en el hogar junto con la familia es lo que marcó la diferencia.