La historia de Michael
Con frecuencia, suelen ser las pequeñas cosas que surgen cuando las personas se conocen por primera vez las que ofrecen pistas acerca de si van a congeniar. Para Michael y la entonces posible madre de la Familia de Apoyo, Sharon, fueron los camarones fritos. Se dieron cuenta de que a ambos les encantaba ese platillo la primera vez que fueron a un restaurante. Esa fue la primera de las tantas conexiones que establecieron durante las semanas siguientes.
Hasta que cumplió 18, Michael, que tiene una discapacidad intelectual, vivió con su madre. A medida que se acercaba a la adultez, quería mudarse del hogar familiar. Como sabía que necesitaría alguna ayuda, pero sin conocer mucho acerca de las opciones, primero se mudó a un centro residencial con 150 personas con discapacidad. Más adelante conoció otras opciones, como hogares comunitarios más pequeños. Visitó un hogar grupal.
Luego conoció a Linda, de EveryChild, quien le contó sobre la idea de la Familia de Apoyo. Aceptó encontrarse con una. Fue ahí cuando conoció a Sharon y a su hijo, un adulto joven, y a la hija adolescente. Le gustó la calidez y el sentido de pertenencia que vio en el hogar. Le gustó como lo invitaron a ser parte de su familia. Le gustó que lo trataran como a un adulto. Michael eligió vivir con ellos. EveryChild trabajó con Michael, su madre, Sharon, y el centro en el que vivía a fin de realizar la transición.
Michael ha estado viviendo con Sharon y su familia durante más de doce años. Floreció en el entorno afectuoso y alentador que le brindó una gran cantidad de oportunidades. Sharon lo ayudó a inscribirse en un instituto universitario, fue voluntario, encontró empleo y conoció gente de su comunidad. Hizo amigos, se enamoró y ahora está planeando casarse. Pasó de ser un adolescente tímido a ser un joven seguro con el apoyo de una familia afectuosa dedicada a que él alcance una vida plena en la adultez.